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Tras su victoria en las elecciones de 2024, Donald Trump ha nombrado a Robert F. Kennedy Jr. como secretario de Salud de EEUU. De contar con la aprobación del Senado, el candidato del ahora presidente, tomaría el mando del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS).
Esta decisión coloca a Kennedy, un activista antivacunas y abogado ambientalista, al frente de uno de los departamentos más influyentes del gobierno estadounidense, encargado de administrar programas como Medicare, Medicaid y la Ley de Atención Médica Asequible, además de supervisar agencias clave como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y los Institutos Nacionales de Salud (NIH).
Un nombramiento controvertido
Kennedy ganó notoriedad durante la pandemia de Covid-19 liderando Children’s Health Defense, una organización conocida por difundir teorías anticientíficas sobre las vacunas.
Su designación como secretario de Salud, que requiere confirmación del Senado, ha generado alarma entre expertos en salud pública. Lawrence Gostin, especialista en salud global de la Universidad de Georgetown, calificó el nombramiento como “el día más oscuro para la salud pública y la ciencia en mi vida”, destacando los riesgos de contar con un líder escéptico hacia la evidencia científica.
Entre sus prioridades declaradas, Kennedy busca revisar la seguridad de las vacunas, eliminar el flúor del agua potable y reestructurar las agencias de salud estadounidenses para reducir lo que él describe como «control corporativo». Sin embargo, sus afirmaciones, como que las vacunas causan autismo y que la atrazina influye en la identidad de género, han sido repetidamente desacreditadas por la comunidad científica.
Repercusiones para la salud global
El impacto de esta decisión podría trascender fronteras. Durante su anterior mandato, Trump retiró fondos clave a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras agencias internacionales. Con Kennedy como secretario, se teme un refuerzo de esta postura aislacionista, afectando programas esenciales como PEPFAR, que combate el VIH/SIDA en más de 50 países.
Los funcionarios de la OMS han expresado su preocupación por la posibilidad de nuevos recortes presupuestarios por parte de EEUU, lo que podría desencadenar una crisis sanitaria global.
Un camino incierto hacia la confirmación
Kennedy enfrentará la aprobación de un Senado controlado por los republicanos, aunque Trump podría recurrir a nombramientos en receso para evitar el proceso tradicional. Su nominación se suma a otras controvertidas, como la de Tulsi Gabbard para Seguridad Nacional y Matt Gaetz como fiscal general.
Impacto en la salud pública
Las posturas de Kennedy podrían poner en riesgo logros como las vacunas y la fluoración del agua, que han aumentado la esperanza de vida a nivel mundial.
Mientras algunos reconocen la necesidad de supervisar la influencia de la industria farmacéutica, otros advierten que la falta de evidencia en las propuestas de Kennedy podría debilitar aún más el sistema sanitario estadounidense.
Este nombramiento, con profundas implicaciones para la salud pública y la diplomacia sanitaria global, marcará un capítulo decisivo en la política de salud de EEUU bajo la administración de Trump.