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En vísperas de la COP29, la Organización Mundial de la Salud (OMS) hace un llamado contundente a integrar la salud en las negociaciones sobre el clima. El cambio climático y la salud no pueden abordarse en compartimientos separados, ya que ambos fenómenos están inextricablemente unidos.
La OMS, en colaboración con más de 100 organizaciones y 300 expertos, ha elaborado un informe especial que identifica políticas clave para proteger a las personas y el planeta. El documento urge a los gobiernos a reformular su gobernanza para que la salud sea la métrica de éxito en la acción climática, algo que hasta ahora no ha sido una prioridad. Y, mientras tanto, las consecuencias de esta omisión siguen aumentando: enfermedades respiratorias, golpes de calor, crisis alimentarias, y más. Estos son solo algunos de los efectos directos de un sistema que ha priorizado el crecimiento económico sin pensar en la salud humana.
Según la OMS, esta afirmación no es una exageración; es la realidad vivida por millones de personas, especialmente por las comunidades más vulnerables.
La OMS ha instado a los líderes mundiales a considerar la salud como el eje de las políticas climáticas.
«La crisis climática es una crisis sanitaria», en palabras de su Director General, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
La relación entre salud y clima es evidente, pero aún falta que los gobiernos actúen en consecuencia. Según el informe de la OMS, se deben eliminar los subsidios a los combustibles fósiles y movilizar una mayor financiación para crear sistemas de salud resilientes y sostenibles.
Estas medidas no solo reducirían enfermedades relacionadas con la contaminación, sino que también protegerían el planeta para las generaciones futuras. ¿Por qué, entonces, seguimos atrapados en una economía que depende de los combustibles fósiles y que ignora los riesgos para la salud? La inercia y los intereses económicos son parte de la respuesta, pero el costo de esta inacción es demasiado alto.
De acuerdo con el informe, cinco intervenciones específicas —como los sistemas de alerta de calor y la energía limpia en los hogares— podrían salvar hasta dos millones de vidas al año. Por cada dólar invertido en estas medidas, se generarían cuatro dólares en beneficios. Estos datos no deberían ser ignorados, especialmente cuando la salud y el bienestar humano están en juego.
La Dra. Maria Neira, Directora de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS, señala que «la salud es el argumento que necesitamos para catalizar una acción urgente».
Falta de compromiso internacional
Sin embargo, la integración de la salud en las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) ha sido insuficiente. Aunque el 91% de los países la identifica como prioridad, pocos incluyen acciones específicas para aprovechar los beneficios de la adaptación climática en la salud. Para abordar esta carencia, la OMS ha publicado una guía que ofrece recomendaciones prácticas para integrar la salud en las políticas climáticas. Este esfuerzo es fundamental, ya que las NDC constituyen los compromisos nacionales en el marco del Acuerdo de París, y sin una integración efectiva de la salud en estos planes, cualquier avance será parcial e insuficiente.
La OMS también lidera la Alianza para la Acción Transformadora sobre Clima y Salud (ATACH), una plataforma que reúne a 90 países y 75 socios para promover sistemas de salud resilientes al clima. Este tipo de iniciativas son clave, pues no podemos permitirnos avanzar en la acción climática sin un enfoque integral que considere la salud en todas sus dimensiones.
Opiniones
António Guterres, Secretario General de la ONU, enfatizó que «la salud humana y la salud del planeta están entrelazadas». Esta frase resume una verdad simple pero poderosa que los líderes deberían tener en cuenta en la COP29.
El cambio climático, como destaca el informe, está causando sufrimiento en todos los rincones del planeta. No se trata solo de grados en la temperatura, sino de vidas afectadas, economías impactadas y desigualdades amplificadas.
Como indica la Dra. Vanessa Kerry, Enviada Especial de la OMS, «mientras los líderes se reúnen para la COP29, los instamos a acelerar una transición justa y a aumentar la financiación de los sistemas de salud y los trabajadores sanitarios de primera línea». El papel de la salud en la acción climática no puede seguir siendo un tema secundario. La crisis climática es, en última instancia, una crisis de salud pública, y es hora de que la abordemos con la seriedad que merece.
A nivel global, el cambio climático ya está cobrando vidas y causando dolor. Como señaló el Dr. Alan Dangour, de Wellcome, «esta es una crisis común que nos debe unir para actuar». Actuar significa que en la COP29, los países deben comprometerse a tomar medidas audaces que protejan tanto el planeta como la salud de sus habitantes. Nos encontramos en una encrucijada donde las decisiones que tomemos pueden definir el futuro de la humanidad. La salud debe estar en el centro de estas decisiones, no solo como una métrica de progreso, sino como el objetivo final de nuestras acciones climáticas.
En la COP29, las voces de expertos en salud y cambio climático deben resonar más fuerte que nunca. La Dra. Micaela Serafini, de Médicos Sin Fronteras, advirtió que las personas más vulnerables están pagando el precio más alto por una crisis que no han causado. No podemos permitir que el bienestar humano se quede al margen de las negociaciones climáticas. Y, como señaló Jagan Chapagain, de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, «la crisis climática es la máxima crisis sanitaria». Esta es la realidad: el cambio climático afecta todos los aspectos de nuestra salud, y solo una acción coordinada y urgente puede detener su impacto devastador.